María Ángeles Martínez, ODN

Aquí, a mi lado, Eduardo Martínez Rico, licenciado en Filología Hispánica, doctor en Filología. Ambos títulos por la Universidad Complutense de Madrid. Escritor, y ya con muchos libros publicados, cuyos nombres encontrarán en la solapa de la novela que vamos a presentar.

Nos une el parentesco, es hijo de mi hermano Nicolás, ya en la nueva vida en Dios, y es nieto de mi queridísimo padre, Don Carlos Martínez. Además de este parentesco, nos hermanan gustos, curiosidades, EL AMOR A ESTE PUEBLO ENTRAÑABLE, "porque este pueblo tiene alma, tiene paisaje, tiene historia, tiene tradiciones…", pero sobre todo el amor a la lectura y a la escritura. Dialogamos muy a gusto, él un joven de esta época, yo una monja ya madura y andariega. Misionera en América Latina por 45 años llenos de fascinación, de entrega, pero sobre todo llena de agradecimiento por lo mucho que fui querida y por tantas posibilidades de ser yo misma, mujer de evangelio y escritora, mejor “escribidora”.

¿Qué deseo destacar de su última novela publicada?

1. UNA NOVELA GALLEGA. En primer lugar es una novela gallega, y mejor dicho, eumesa, una novela con un entorno especial de la ría de Ares, la entrada a Ferrol con el castillo San Carlos como se reconoce en la novela. Pontedeume con toda su riqueza histórica y paisajista. En todas sus páginas los eumeses, al leerla, yo la primera, me siento en casa, se me encoge el corazón al decir: esta es mi tierra, mi gente, el entorno que me vio nacer; sus calles, sus puentes de hierro y de piedra, la playa, la fiesta del Carmen en el muelle (cf. Confesión, p.166), la Casa del pescador, la cucaña, los botes en donde hay gozo juvenil y amoroso.

2. UNA NOVELA DE AMOR. Efectivamente, descubro también que es una novela de Amor, de amores juveniles sanos, explosivos. De una juventud con nombres propios que se nos pegan pronto: Santiago y Fernando; Laura y Marta. Las novelas de amor siempre conllevan la exaltación del eros, la explosión del sexo, del género, pero también las contradicciones de los celos, de la violencia temperamental, de las ideologías y las clases sociales. Son los conflictos que aparecen en la novela y que ya el título nos los resitúa: Confesión. Algo ocurre y estalla al inicio de la trama.

3. EL VALOR DE LA AMISTAD. Y en ese sentido quiero destacar que dentro de esos amores juveniles, se destaca algo precioso que marcará a los protagonistas: Santiago y Fernando: el valor de la amistad. Un valor que destaca desde el principio hasta el fin. Un amor realista, lleno de complicidades; una amistad que podría acuñarse con lo que dice el libro del Eclesiástico en la Biblia: “El amigo fiel es apoyo seguro, quien lo encuentra, encontró un tesoro.” (Eclo 6, 14). Jesús mismo en San Juan, va a llamar a los suyos amigos: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos… Ya no os llamo siervos, sino amigos” (Jn 15, 12-15). Y… ”Los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1 ).
(Cf. Confesión, p.41)

4. UNA NOVELA PROCESUAL. Unido a ello es una novela procesual. Hasta puede aparecer como repetitiva o reiterativa algunas veces. Es que hay escucha. Diálogo, sí, pero especialmente Santiago Leira, es un experto “en el arte de escuchar que diría en sus Ensayos Miguel de Montaigne. Él es para mí el héroe de la novela. Por su amigo en conflicto, condenado en prisión, dedica de forma perseverante toda su persona, su tiempo, a escucharlo y a acompañarlo. (Cf. Confesión, p. 402-403) Es un relato intenso que al final se descubre y hay que saborear con una segunda lectura… “Porque la palabra puede transformar la realidad, pero sólo el silencio nos transforma a nosotros mismos” (Pablo D´Ors).

5. NOVELA TRASCENDENTE. Para terminar, desde mi visión religiosa, descubro trascendencia. Pero ¿en qué sentido? ¿Cómo explicarlo?…
Quiero felicitar a Eduardo porque al ser joven ha tratado muy bien eso de hacer proceso de lo que él titula Confesión. Porque la confesión desde nuestras categorías de catequesis elemental, es puntual: un tiempo pequeño, delante de un sacerdote o en un confesonario. Se pide perdón con propósito de la enmienda y se espera la absolución final. En la novela se da a través de la escucha y del acompañamiento del amigo padre Leira, un proceso de discernimiento de la vida entera que se descubre al final del libro y que yo no lo voy a mentar ni descubrir (p. 147). 

6. UNA NOVELA DE HUMANISMO CRISTIANO. El arte de amar de E. Fromm, el arte de conversar, Miguel de Montaigne; el arte de comprender el corazón con sus contradicciones de maldad y bondad. Es la toma de conciencia de la vulnerabilidad, la finitud, de la fragilidad humana. Se destaca lo positivo, como una pedagogía, inserta en la novela, que ayuda a pensar, a comprender, a perdonar (cf. Confesión, p. 258). Porque “las personas son capaces de una bondad honda que es más que el mal intenso… en situaciones de agradecimiento, de amistad, la vida se intensifica… El mal es muy profundo, la bondad es todavía más.” (Josep María Esquirol, filósofo, Cultura, p. 22, El País, 23 de abril. En este mundo, en estas afueras del mundo, se sostiene gracias a la generosidad de la gente.

  7. En medio de toda la narración, en mi lectura personal, a mí, como mujer, me apareció esta pregunta: “¿A las mujeres que aman y sufren, qué les afecta y condiciona la vida a través de todo el relato de Confesión?” (cf. Confesión, p.258).


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Hay un trasversal en la novela: es el valor de la perseverancia en la amistad, el saber permanecer hasta el final con el amigo. Santiago, el Padre Leira, es el verdadero protagonista de esta novela.