Antología necesaria para hacer posible una visión global de la obra de este autor, donde las fronteras entre lo dramático y lo lírico están desdibujadas. No solo en su teatro reivindica el compromiso con el territorio poético, sino que también en su poesía apela incondicionalmente al diálogo con el otro.
Los poemas se escribieron al mismo tiempo que se publicaron y representaron sus obras dramáticas; por tanto complementan a la perfección cualquier aproximación al autor. Los poemarios El perro circular, Calcetines impares, Los poemas prohibidos de Margarita Miranda, Pucheros y Naranjas de la China forman un collage en orden cronológico inverso. "Leer Calcetines impares, es asumir un reto, entresacar de esta miscelánea de colores, formas y tamaños lo que les hace ser un libro. Y es que estamos en escena, en ese teatro que es la vida, asistimos a un estreno. Cada calcetín es una pista, un peldaño, la pieza de un puzle para construir una historia con nombre propio".
CALCETINES IMPARES (ANTONIO MIGUEL MORALES)
Autora: Ángeles Escudero
Decía en el prólogo del libro que, introducirse en este poemario es como
Meter la mano, con los ojos cerrados, en un cajón de calcetines. Elegir uno al azar e intentar averiguar el camino recorrido, los pasos dados. Cada calcetín una pista, un peldaño, la pieza de un puzle para construir una historia con nombre propio.
Hace el autor un recorrido inverso, comenzando por el final Hasta llegar a Naranjas de la china y naranjas contra el cristal, poemas de juventud, refrescantes e insolentes incluso. ¿Y qué si éramos jóvenes?
Le dije a Antonio en cuanto lo leí.
En Pucheros comienza a intuirse la escena, el teatro irrumpe llenando los versos de palabras que son como diálogos.
Y con el poemario que da nombre al título, se hace más evidente el compromiso que nunca ha abandonado.
Los poemas prohibidos son otra cosa, son un juego creativo, pero lleno de verosimilitud.
Su último poemario: El perro circular. Donde Disecciona emociones con maestría y demuestra que el camino recorrido, la experiencia adquirida, no han sido en vano.
Pero yo, después de leer el poemario,
He imaginado la vida, no como una caja de bombones, sino como una cesta repleta de calcetines recién descolgados del tendedero.
He sabido al instante que Antonio no es uno que esté deserhermanado, tiene su otro calcetín parejo, Gonzalo.
He sabido también que en su cesta ninguno quedaría olvidado, que rescataría del olvido (o de la ciénaga) al que tuviese menos hilo, al más deteriorado.
He anticipado que sacaría a escena a todo el cuadro, que les daría algo de vida, algo de voz, que tendrían la oportunidad de caminar con sus pies buscando nuevos escenarios.
Y PARA TERMINAR; UN REGALITO, UN POEMA:
Encontré un calcetín casi perfecto,
un arquetipo, un modelo,
Platón me diría enseguida
que no es auténticamente real lo que veo
que es solo apariencia, engaño.
Y Descartes,
al verme revolver las prendas,
dubitativa, decidiendo sobre si cortos o largos,
quizás reconocería su primer principio de la filosofía
Pienso, luego existo,
lo sé porque yo también estoy dudando.
Y, cada vez que vuelvo a tener la cesta llena,
los mismos calcetines, pero distintos
imagino el dilema:
El eterno retorno nietzscheano.
volver una y otra vez a lo mismo.
Qué difícil nos vivir.
qué fácil es la vida.