Polvos y Palabras de Bella de Court es una novela muy diferente a las demás. Una novela escrita en el límite de la escritura automática, entre el erotismo más deslenguado y el humorismo más divertido.
¿Qué tipo de novela es Polvos y Palabras? Tiene rasgos de novela erótica, pero son contadas las ocasiones en las que toman forma de escenas eróticas. Los rasgos de ensayo, se diluyen en la estructura de novela dialogada con la que se dota. Los rasgos de novela humorística destacan sobre todo al principio, aunque el peso de las ideas se incrementa conforme avanza la lectura del libro, y los rasgos de novela minimalista son solo de tipo temático. Siendo vano ese intento clasificatorio, mejor resaltar la originalidad y valentía literaria de esta novela. (Jesús Varela , reseña en Avuelapluma)
Polvos y Palabras es una novela llena de libertad, de creatividad y de pasión literaria: un joven escritor decide escribir una novela “a lo que salga”. Mientras la escribe va mostrando lo escrito a su novia, por lo que se produce un cruce muy interesante entre la ficción del libro y la vida en común de la pareja.
Polvos y Palabras es un libro que se lee con velocidad y frenesí. Es una novela que no quiere molestar a nadie; sólo recrear a sus lectores al mismo tiempo que realiza una forma distinta y muy atrevida de arte.
La novela de Bella de Court no engaña. Hay polvos y palabras por doquier; muchos polvos pero son las palabras la que dan el carácter decisivo a este libro. La palabra, en el sentido de verbo, muestra la desnudez no solo corporal de los dos protagonistas. Ambos se expresan con naturalidad, desparpajo, desfachatez y humor; con muchos tacos y palabras X, por supuesto.
El escritor en diálogo con su pareja analiza sus propias pulsiones artísticas, los comportamientos de los editores, las características de los libros, la dificultad de tener éxito literario. En este aspecto, Bella de Court seduce al lector de Polvos y Palabras con su mirada realista e irónica del mundo del libro. A veces, uno presume que la propia autora se proyecta en el escritor sin nombre que está escribiendo un libro, “con el corazón, en pleno desahogo”. (Jesús Varela, reseña en Avuelapluma)
