Terra Sum impregnada de agua, lluvia, fuego, piedra, ceniza y calcinación. Así es la tierra en la que el poeta rebusca, conmovido por la profundidad inaccesible de su raíz, la raíz del mundo, la de sí mismo enclavada en la tierra, la de los otros, que asoma en forma de amor, de canto reiterado, de fábula dormida...
Terra Sum se convierte en un libro en el que la poesía ejerce una tentativa de infinito, lo telúrico y mineral de Miguel Hernández, lo resplandeciente y torrencial de lo Nerudiano, no son mera evocación o nostalgia de una poesía intemporal, son muestra de que el poema aún se hace tierra en la que sembrar, desde la incógnita que supone el conocimiento de una génesis y un destino, todo el ansia de lo desconocido. Tierra en la que excavar con las palabras una luminosidad doliente...
Josela Maturana.
VI
Lo dije tantas veces,
mas ya se acabó el cuento,
el sapo volverá sin corona a su charca,
las sirenas al mar,
la calabaza al huerto
y aquella cruz…, al árbol.
Hoy declaro el estado de sitio sin reservas,
y sobre mi genoma descansará la vida.
He cubierto a la tarde
con el abrazo azul de la memoria,
de la primera célula descerebrada y fría.