¿Qué puede tener en común el “lógico” ajedrez y la espiritual poesía? Nada y, sin embargo, hubo un momento, hace siglos, en que un poema cambió la esencia del ajedrez.
En 1475 tres jóvenes poetas valencianos: Françi de Castellví, Narcís Vinyoles y Mosen Fenollar, de los que solo Castellví era ajedrecista y los demás aficionados, compusieron un poema con un nombre tan largo que es conocido como “Schacs d'amor”. El poema fue dedicado a la Dama por excelencia, la Reina Católica, y narra una partida de ajedrez con unas reglas distintas de las árabes.
Ricardo Montecatine Ríos (epílogo)
Enfero Carulo o Alicia y Luis María Pérez, nos ofrecen un libro originalísimo que une los recuerdos, el amor filial y una partida de ajedrez, del campeonato de Valencia de 1972, disputada entre el padre de la poeta y Carlos Seguí de Haro (un verdadero y muy querido clásico del Gambito), con un final brillante en el que Andrés Ruiz sacrifica la dama para dar mate a la siguiente jugada. Todo esto se enriquece con deliciosos sonetos que acompañan cada uno de los movimientos de la partida. Nunca, que yo sepa, se habían comentado todas las jugadas (reitero, todas) de un encuentro de ajedrez mediante la poesía.
Los versos de estos dos poetas son ingenuos y sabios a la vez (prodigiosa combinación), hermosos y divertidos, imaginativos y alegres. Son el testimonio creativo de personas en constante ebullición intelectual y sentimental.
Rafa Marí (prólogo)