La obra de Enfero Carulo discurre entre la fotografía, la poesía, naturalmente los fotopoemas, la pintura, el vídeo y otras exploraciones estéticas. Su Leviatán fragmentado participa desde luego de la herencia de las vanguardias del siglo XX.
Haciendo honor al título, esta obra se puebla de demonios interiores, pero envuelve su discurso en otros pretextos literarios, como los viajes o la metaliteratura. A lo largo de estas páginas, salpica el mar: de una manera presencial o presentida, con su lastre de algas o de escamas.
En paralelo al desarrollo narrativo mediante breves capítulos muy visuales, como estampas o fotografías, la autora nos desvela la cultura y costumbres socio-religiosas de la judería de Hervás, apoyándose en los ambiemtes familiares y de algunos trabajos: médico, orfebre, alquimista, curtidor...
Este es un libro esencialmente orgánico, emocional más que emotivo, pero su encarnadura no sólo es sensual sino que se adentra en aguas profundas, en las de la razón y la sinrazón.
Lo más sorprendente de su discurso es que no se presenta cerrado, acotado o inerme. Y no por falta de pericia. No lo desea, porque no es posible: se trata de una obra abierta, como ella misma, ecléctica y sugerente.