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¿ESCRIBIR UNA ESCENA DE SEXO? Y POR QUÉ NO...

Anaïs Vera

Si se tiene en cuenta el consejo habitual a los escritores de que escriban sobre lo que conocen, y a la vista de los libros realmente publicados, parece que mucho de los aspirantes a ser grandes escritores han disfrutado una vida en prudente celibato. Las escenas de sexo en los libros brillan por su ausencia, excepto en la literatura erótica. Sin embargo, no sólo este género puede incluir escenas de sexo; aunque sea ocasionalmente, un escritor puede desear escribir –o deber escribir- unas páginas donde predomine el sexo. Pero, en ese caso, se plantea el problema para un escritor no especialista en el género erótico: ¿cómo hacerlo? ¿en qué modelos inspirarse? ¿qué vocabulario es conveniente utilizar?...


En primer lugar, hay que tener un principio básico: el escritor no debe recurrir a la escena de sexo como ingrediente, sino que debe saber en qué momento de un texto viene a cuento una escena erótica, no necesariamente de cama. Como dice Andrés Rivera: «Hay un momento en que los personajes van a la cama o no van, pero por la circunstancia de ese momento el erotismo les roza la piel. No es necesario el sexo explícito, quizá apenas una mirada, las palabras que se dicen o se dejan de decir. Cuando se disipa, los protagonistas de ese clima no saben qué pasó.» El aspecto más importante de una escena de sexo es que encaje en la historia y que tenga un propósito en la "visión global" del argumento de tu novela.


Conviene entonces preparar a conciencia la escena, con las instrucciones – sirven en realidad para preparar todo el texto del relato- sugeridas por la escritora Kateryn Kelley:
1) Conoce a fondo los personajes principales del relato, sin precipitarse a escribir el texto; sus pensamientos y sus decisiones son lo que hacen avanzar la historia. Para ello, registra las respuestas a las preguntas del tipo: qué le gusta, qué le disgusta, qué esperanzas tiene, a qué le tiene miedo, etc.
2) De cada uno de los personajes principales, determina la meta (lo que el personaje quiere), la motivación (por qué lo quiere) y el conflicto (aquello que evita que el personaje llegue a su meta). Estos tres elementos gobiernan toda acción de los personajes en el relato, incluyendo la decisión de tener relaciones entre ellos.
3) Diferencia el conflicto interno de los personajes de su conflicto externo, para que puedas separarlos. Uno de estos conflictos, o ambos, podría tener impacto sobre los pensamientos y la conducta de los personajes durante una escena de sexo, de manera que es importante definir los conflictos antes de escribir la escena.
4) Determina de qué manera la escena de sexo aumentará el conflicto entre los dos personajes principales. En general, cuando dos personajes tienen relaciones sexuales, se involucran algo más en la historia del relato: puede generarse un conflicto o algo de sí mismos corre riesgo. Se debe pensar entonces en las formas en que la escena aumenta las expectativas del lector sobre la historia.
5) Resuelve cómo van a reaccionar tus personajes al volverse lo suficientemente vulnerables con el logro de la intimidad del otro. Según cuál sea el conflicto interno que se les haya creado, este momento de la historia podría ser de suma importancia.


Una vez que se siente la necesidad de incluir una escena de sexo y preparada esta con las instrucciones previas, procede centrarse en la forma de plasmarla en palabras. En ese sentido, hay dos enfoques extremos rechazables: por un lado, escribir de manera poética y metafórica. Por otro, darle forma descriptiva al máximo, como si la literatura fuese la mera escritura de una sucesión de hechos. Santi Pérez Isasi, detalla más opciones en su blog (https://comounlibroabierto.wordpress.com/2010/08/20/como-escribir-una-buena-escena-de-sexo/)

  • La elipsis: Es muy habitual, también en las películas. En el Quijote hay un ejemplo precioso de elipsis de escena de sexo: «y con esto, y con volverse a salir del aposento mi doncella, yo dejé de serlo».
  • La solución metafísica: aunque se trata de una escena de sexo, se habla de todo, menos del sexo. Se describe lo que las personas implicadas piensan, sienten, imaginan; de sonidos, olores, colores; o lo que supone para cada uno de ellos en sus vidas, pero no de lo que las personas tienen entre las piernas ni lo que están haciendo con ello.
  • La solución metafórica: es para mi gusto la peor opción. Hablar de “torres del amor” o “cuevas secretas” es cursi, absurdo y pasado de moda. En esta opción, los orgasmos siempre son espectaculares y espontáneos, y los cuerpos, perfectos y armoniosos.
  • La opción anatómico-científica o describir lo puramente físico. Conseguir que una escena así no caiga en lo vulgar, lo repetitivo o lo pornográfico tiene mérito.


In medio virtus se suele decir, los escritores no deben temer la inclusión de los detalles prácticos y dar realismo a la escena, más que intentar oscurecerla con metáforas. Básicamente, la forma de escribir una escena de sexo depende de cómo se haya construido el personaje. Los lectores tienen que comprender qué quieren los personajes y conocer sus emociones. Como expone Pérez Isasi: “las mejores escenas de sexo de la literatura actual combinan las opciones anatómica y metafísica, es decir, no renuncian a hablar de los cuerpos y sus equipamientos anatómicos, pero tampoco se limitan a eso, y así multiplican las dimensiones del sexo: físicas, sentimentales, narrativas, filosóficas, humorísticas…”


"Muchos de los escritores no tienen suficiente confianza para escribir sobre lo que realmente ocurre en la escena. Se dedican a hablar de otras cosas, como si las estrellas estuvieran explotando encima de los personajes, en lugar de hablar de lo que realmente sienten y de sus emociones"—dice Lilly Harlem, escritora especializada en literatura erótica— "Tienes que meterte dentro de la mente de los personajes, y el diálogo es muy importante, ya que muy rara vez la gente tiene sexo en silencio. Lo que los personajes se dicen uno al otro puede ser tan sexy como lo que hacen”.


Puestos en materia, hay que atender detalles en absoluto minúsculos, como los descritos en el divertido artículo de Delilah Dawson y sus 25 reglas. No olvidemos lo esencial: escribir sobre sexo, te hace sentirte con más poder…